Burbules y Callister presentan una concepción particular de la relación entre las personas y la tecnología que se enmarca en lo relacional. Este punto de vista les permite mostrar que la división entre lo humano y lo tecnológico no es tan tajante, que así como la sociedad transforma los entornos tecnológicos, estos modifican a las personas, tanto en lo psicológico como en lo físico o cultural.
Tiene la intención de mostrar que
las nuevas tecnologías se constituyen como un entorno, un ciberespacio, donde
se producen interacciones humanas peculiares y diferentes del entorno
cotidiano. Reconocer estas peculiaridades significaría también darse cuenta de
que las NTIC, particularmente en educación, se configuran como un territorio
potencial de colaboración, en el que pueden desarrollarse otras variantes de la
actividad de enseñanza y aprendizaje, no mejores ni peores, pero lógicamente
diferentes.
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